Este mural lo realicé para un buffet familiar como parte de un proyecto muy especial. Desde el principio, el cliente me comentó que la pared sería demolida pronto, así que el mural sería algo temporal. A pesar de eso, quería que tuviera un valor simbólico: que los clientes pudieran dejar una marca, un dibujo o un mensaje como forma de despedirse de esa parte del restaurante antes de la remodelación.

La idea era que el mural llamara mucho la atención, sobre todo la de los niños, ya que el lugar está lleno de familias. Por eso se optó por usar muchos colores vivos y contrastantes. Para lograr eso, diseñé una base con grandes manchas de colores colocadas en la parte inferior de la pared. La zona central —donde está la frase “DRAW. WRITE. DREAM.” y varias salpicaduras de colores— no fue pintada directamente, sino que se colocó con vinil impreso para asegurar que el mensaje principal se viera limpio y profesional, y también para ahorrar tiempo de ejecución.

Después de montar el vinil, el resto del mural quedó completamente libre para que la gente pudiera intervenirlo. Poco a poco, los clientes comenzaron a dejar sus nombres, dibujos, frases, garabatos, firmas y hasta dedicatorias. Fue increíble ver cómo las personas, especialmente los niños, se emocionaban al poder dejar su huella en un espacio pensado para ellos.

Aunque sabía que el mural iba a desaparecer junto con la pared, fue un proyecto que disfruté muchísimo. Me encantó ver cómo un diseño puede servir como punto de encuentro y participación, incluso si es algo temporal. Fue una forma de transformar una pared cualquiera en un recuerdo colectivo lleno de color, cariño y creatividad.