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Algarabía la revista que me atrapó

Como diseñadora gráfica, tengo una debilidad que no puedo ocultar: las revistas con personalidad.

Esas que, con solo verlas cerradas, ya te dicen “mírame, soy diferente”. Y eso fue justo lo que me pasó con Algarabía. Desde que la vi por primera vez, supe que no era una revista cualquiera. Y no, no estoy hablando solo de su contenido —que también es una joya—, sino de algo que puede parecer superficial, pero que para mí lo cambia todo: su formato alargado.

¿Han notado lo bonito que es? Mientras otras revistas siguen el clásico tamaño cuadradito o rectangular de siempre, Algarabía se estira como si dijera: “yo no encajo, y me encanta no encajar”. Y sí, ese simple cambio de proporción ya la hace destacar entre el montón. Es más alta, más esbelta, y en cuanto la agarras, sientes que estás leyendo algo distinto. Como diseñadora, eso me pareció un golpe maestro. Porque el formato, aunque muchos no lo crean, también comunica. Y en este caso, comunica originalidad.

Lo curioso es cómo la conocí. Fue en una clase de diseño editorial, cuando una maestra llegó con varias revistas para analizarlas. Las puso todas sobre la mesa y nos pidió que eligiéramos una para hojearla con calma. Había de todo un poco. Pero en cuanto vi Algarabía con ese formato que rompía el molde, supe que esa era la mía. Fue amor a primera vista.

Y sí, claro, al abrirla me enganché aún más. Porque no solo es linda por fuera, sino que también está súper bien pensada por dentro. Los colores, las tipografías, las ilustraciones, los juegos visuales, las infografías locas… Todo tiene una intención y una estética muy marcada. Se nota que detrás hay un equipo creativo que ama lo que hace y se divierte con cada número. Pero bueno, si hablamos solo del diseño, ese formato alargado fue lo primero que me gritó “escógeme”.

Desde entonces, Algarabía se volvió una referencia para mí. La tengo en mi lista de revistas favoritas y la uso mucho como inspiración cuando trabajo en proyectos editoriales. Me recuerda que salirse del molde, incluso con algo tan simple como el tamaño de una página, puede hacer toda la diferencia. Porque al final, el diseño también es eso: tomar decisiones que se sientan, que se noten, que digan algo.

Así que gracias, maestra (¡sí, usted sabe quién es!), por traer esa revista a clase.

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